sábado, 5 de agosto de 2017

Recuerdo de una noche lluviosa

Sergio lanzará un nuevo libro y, aunque el miedo me embarga, viajaré a Santiago para acompañarlo. Hemos hablado poco estos meses; un par de llamadas, uno que otro whatsapp. Nada profundo. Nada que pueda delatarme. ¡Pero me conoces tan bien! Sabías que algo me perturbaba e insistías en preguntar, justo antes de colgarme, a pesar de que siempre te contestaba lo mismo: «No puedo decirte». «¿No quieres o no puedes?», me interrogabas. Y la respuesta quedaba flotando entre nosotros como una sombra cuya ausencia es tan palpable como las verdades que decidiste contar en tu libro o como las que me fueron reveladas y que no puedo compartir con nadie, ni siquiera contigo.

¿Recuerdas cuando me contaste, entusiasmado, de tus planes de irte al sur, del cierre de la librería, de lo satisfecho que estabas con Magia Austral? ¿Recuerdas lo que me dijiste?: «En la encrucijada, todos los caminos son una promesa». «Todos no», te dije y tú cambiaste el tema rápido, como sospechando que tan tajante respuesta escondía una verdad dolorosa y profunda. De esas que se callan por temor. De esas que te despiertan a medianoche bañado en tu propio sudor de muerte. De esas que nos recuerdan que la brujería no ha sido desterrada de este mundo.

Silencio.
No puedo contarte más.
No debo.

Prefiero quedarme prendado de la ilustración que escogiste para la portada de tu libro. Me gusta. Sin embargo, mientras la observo, un escalofrío me remece y un recuerdo perdido comienza a tomar forma en mi mente. Una cortina de agua me empapa. No solo a mí, sino también a él que está a mi derecha, esperando el ataque que sabe que vendrá. Un ruido que repta entre la lluvia me pone en alerta. Siento un golpe fuerte, que me expulsa a una distancia prudencial. Desde esa posición veo a su sombra en guardia pero inmóvil, esperando una orden que no llega. Y justo cuando las dos serpientes ancestrales se yerguen frente a él para engullirlo, el agua estalla en mil pedazos y el recuerdo se fuga, dejándome una sensación extraña de maravilla y espanto. Las he visto, Sergio. Las he visto y sé a quién sirven. Su rostro permanece oculto junto a los recuerdos de esa noche, pero el siseo de sus sombras no desaparece. Me hablan a través de la portada de tu libro y prefiero no escucharlas. ¿A ti también te susurran en tus sueños?


No hay comentarios:

Publicar un comentario