miércoles, 31 de agosto de 2016

Esferas de la Magia (1)

En mis encuentros con brujos y brujas de la llamada Nueva Recta Provincia (cuya sede en Concepción fue fundada, según mis averiguaciones, el 2008), he podido observar que usan dos tipos de magia: una telúrica y otra acuática*.

MALE DECIRE
Hoy les hablaré del primer grupo. La magia telúrica se caracteriza por la visibilidad con que el brujo o bruja realiza su arte. Puede ser a través de la palabra (verbalización), por medio de un flechazo (proyección) o convirtiéndose en algún animal (transformación).

La verbalización consiste en «canalizar a través de las palabras, las peores intenciones y más bajos pensamientos contra un tercero» (Valenzuela, 2013: p.89). Por ejemplo, cuando se usa la voz para "enlesar" (aturdir a las personas incautas), "enyetar" (dar mala suerte) o "embolinar" (hacer perder el camino). También cuando se hacen encantamientos o se desea sacar la verdad a otra persona.

MALE FACER
La proyección es lo que comúnmente se conoce como «maleficio». Se trata de «un acto con consecuencias nocivas» cuya finalidad es «causar un mal» (Valenzuela, 2013: p.89). También se le conoce como flechazo, «un mal tirado (...) que el brujo lanza desde la distancia» (Romo, Diccionario de la brujería en Chiloé: p.13). Sin embargo, no se reduce solo a eso. Un brujo o una bruja que pueda usar proyección también es capaz de suspenderse en el aire (sin necesidad de su makuñ) y mostrar su sombra con el objetivo de formular ataques visibles (personalmente he visto unas lagartijas hechas de sombra haciendo de las suyas).

TRANSFORMATIO
Por último, la transformación permite al brujo o bruja convertirse en un animal (generalmente zorros, perros y gatos) o en aves agoreras (como el tue tué). Quien usa esta esfera puede, además, convocar seres sobrenaturales o portentos del imaginario folclórico chileno (como el camahueto, el piguchén, el basilisco, el cuchivilu o la gurutregua). Otra habilidad interesante es que pueden tener un «manda'o», un animal enviado por un nochero (brujo) «para probar la reacción de la persona estudiada» (Romo, Diccionario de la brujería en Chiloé: p.16). Debo mencionar que no he visto, todavía, cómo se transforma un brujo o una bruja, pero sí sospecho de un tiuque que, extrañamente, aparece dondequiera que vaya.

No hay muchas maneras de contrarrestar la magia telúrica. Algunos usan el canelo para detectar este tipo de magia (pues son sensibles a su humareda); otros son capaces de repeler algún ataque con oraciones poderosas como «San Cipriano va para arriba, San Cipriano va para abajo, sosteniendo una vela de buen morir» (Plath, 2014: p.89) o rezando las Doce Palabras Redobladas**. Debo decirles que no siempre funciona. Les confieso que, por protección personal, siempre llevo a cuestas un saquito de sal (que ayuda a alejar a los posibles brujos/as que anden cerca) y mi medallita de San Cipriano, santo defensor de artes oscuras y maleficios. Hasta ahora me he librado. Creo.

Fuentes consultadas:
-Plath, Oreste. Geografía del mito y la leyenda chilenos. Edición corregida y anotada por Karen P. Müller Turina. 5ta reimpresión. Santiago de Chile: FCE Chile, 2014.
-Romo Sánchez, Manuel. Diccionario de la brujería en Chiloé. 
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0033461.pdf 
-Valenzuela, Eduardo. Maleficio. Historia de hechicería y brujería en el Chile colonial. Santiago de Chile: Pehuén Editores, 2013.

*Los nombres de las denominadas «esferas de la magia» se los escuché pronunciar a los integrantes de la organización de brujos y brujas de Concepción en algunas de sus reuniones, a las cuales fui "invitado" para realizar "encargos especiales". A cambio de "mi ayuda", me han prometido una entrevista exclusiva que, hasta el momento, se han negado a darme.

**Si desea saber más sobre las Doce Palabras Redobladas, sugiero revisar el artículo «Cultura y sociedad del conjuro de las doce palabras redobladas en Chile» de Manuel Dannemann, conocido investigador del folclore chileno.
http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/8498/CC01art15ocr.pdf?sequence=1

lunes, 29 de agosto de 2016

¿Por qué escribir este blog?

A poco más de un mes de lanzarse el libro Maleficio: el brujo y su sombra de la autora chilena Claudia Andrade (editado por Loba Ediciones), he decidido comenzar a escribir este blog. Como imaginarán, no puedo revelar mi nombre. Eso sería no solo poner en riesgo mi investigación sino también la vida. Algunos de los integrantes de la organización de brujos y brujas de Concepción (sede de la Nueva Recta Provincia) sospechan de mis intenciones. Incluso es muy probable que uno en particular ya me tenga bajo su poder.

Prefiero no pensar en ello. Saberse "ojeado" por un kalku resulta inquietante, pero a veces el miedo es necesario para atreverse a contar aquello que prometimos no revelar jamás. En todo caso, no soy el único. Otros ya han investigado los secretos en torno a la brujería chilena y han vivido para contarlo. Sin embargo, he ido más lejos que ninguno: sabiendo las zonas que habitan, conociendo las esferas de su magia y visto los resultados de sus maleficios, en vez de mostrarle al mundo su existencia, opté por ayudarlos a mantener su siniestro accionar en penumbras.

Eso hasta hoy. Con este acto, me he convertido en un provocador (o en un loco, no sé). Y el hecho de haber compartido parte de mi investigación con la escritora y editora de la novela en cuestión, especialmente fragmentos de los Escritos de Salamanca, puede traerme más de alguna calamidad.

Espero no sucumbir en esta empresa; de hecho, ya he tomado algunos resguardos, aunque sospecho que no serán suficientes... Como dije en su momento: «Quizás estas revelaciones solo sean parte de una compleja trama elaborada por otro y de quien yo soy solo su ignorante peón». 

Quizás ya esté bajo el embrujo de un kalku poderoso. Quizás todavía no. Y con esa esperanza este servidor inicia estas revelaciones. 


     «San Cipriano, protégeme de brujerías y hechicerías,
        no dejes que me dañen con magia negra,
        ni que me envíen ningún tipo de maleficio, 
        conjuro o mal de ojo.

        Con tus vestiduras, santo mío, cúbreme
        y líbrame de todos los peligros
        que ante mí se presenten o se vayan a presentar».